La lengua no se levanta
para la invocación
el pensamiento reune
la ceniza más allá del tiempo
y todo el silencio y todo el olvido
rastro boquiabierto, todo lo llena
un vacío por el que conjuro
despliega su luz
Un buen día reviven las palabras, se vuelven
por un camino sinuoso y simultáneo, corren
bajo el agua y sobre la superficie
aliento
La invocación cruza en sombras a la noche, y no hay luz
ni hay raíz ni fuego y ni hay palabra que no se encienda
Al final del mundo, al final, sólo un ensayo
un otro comienzo que, lenta y pausadamente
se repite desde siempre
Y al principio es la palabra del corazón
impregnada de su claro magnetismo
y al principio (tomado del final), la palabra
que se alza silencio en el silencio, callada
luminosa
interior
Roberto Amezquita
02.06.2010
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